17 de mayo de 2011

Quisiera querer pero no puedo. No por ahora.

El único derecho que tenemos y que sólo nosotros mismos podemos violar es el derecho a equivocarnos.

La mayor parte del tiempo queremos hacer el BIEN, pero el ERROR nos está esperando cruzado de brazos con una sonrisa irónica, fumando un habano y con una copa de whiskey en la mano. A veces tenemos las fuerzas y la capacidad de mirarlo de reojo y seguir de largo. Otras no. Pero de todas formas, luchamos e intentamos llegar al bien.

Sucede que en otras tantas ocaciones, somo nosotros que estando en la "casa" del BIEN, llamamos a este mafioso MAL para un encuentro. Uno pasional. Conocemos cada una de las consecuencias. Pero nos olvidamos que la CULPA luego nos hará un planteo que nos dejará la mente y el cuerpo débiles. La BRONCA nos visitará, junto con la TRISTEZA.

¿Quién no recibe de vez en cuando visitas indeseadas? Es cuestión de aguantarlas un rato, ofrecerles un refrigerio para luego despedirlas. ¿No es así?

Tenemos que ser capaces de reconocer cuándo nos equivocamos por imperfectos que somos y cuándo erramos por haber alimentado los pensamientos y sentimientos incorrectos.
En este último caso, las consecuencias pesan el doble.

Pero las ganas reinicidir son infinitas.

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